2 nov 2008

Argentina una Nación dividida

Argentina desde su nacimiento como Nación estuvo dividida. Saavedristas o Morenistas, Republicanos o Monárquicos, Unitarios y Federales, Buenos Aires o la Confederación, Hirigoyinistas o Antihirigoyinistas, Peronistas o Antiperonistas y hoy Kischneristas o Antikischneristas y aún dentro de cada una de esas facciones, encontramos disensos en cuanto a los medios y formas de llevar adelante las ideas políticas. Estos permanentes enfrentamientos hicieron dificil la gobernabilidad de la Nación. La historia nos marca un estilo social de conflicto permanente y consecuentemente de crisís recurrentes. La intención de esta nota no es la polémica, ni el intento de una justificación histórica, es solo una observación de nuestra realidad. Si bién desde 1853 tuvimos una Constitución Nacional que sirviera de norma jerárquica para regular nuestra sociedad, en la práctica su cumplimiento fué bastardeado a través de toda nuestra historia.
Argentinos, es hora que encontremos razones para unirnos y no razones para continuar divididos. Nuestra Nación merece un poco más de respeto de nuestra parte, que el de privilegear la defensa de nuestros intereses individuales.

La experiencia vivida en las últimas décadas, por casi todos los que todavía estamos vivos, nos debería enseñar que por el camino del disenso "somos boleta".

Hoy a punto de cumplir 67 años de edad, reconozco que el egoismo por defender mis intereses individuales, no solo me ha dejado un sinsabor, sino que no le ha dado a mi vida un verdadero sentido. Hoy me doy cuenta que es esencial priviligear el "Bién Común" por encima de los intereses individuales y que una sociedad que no sostiene el principio de la equidad social, va camino a su propia destrucción. No se trata de un tema ideológico, sino de Valores, de Justicia.

Discutir hoy si el Estado debe tener una participación activa en la regulación y control de todo lo que deviene en orden público, como equilibrador de las fuerzas vivas del mercado, incluso a la luz de la actual "Crisis Global", es impensable. Todos aquellos que continúan defendiendo a capa y espada la idea "fundamentalista" del mercado como ordenador de la vida social, solo están defendiendo sus intereses particulares o de grupo de pertenencia, sin importarles las mayorías que continúan excluidas del beneficio de una sociedad próspera. Fijense que digo "sociedad próspera" , porque Argentina es una Nación que produce enormes riquezas y crece a pesar de todas sus dificiles circunstancias internas y externas y a pesar también de nuestras continuas divisiones internas. No querer una distribución socialmente justa de esas riquezas, solo quede ser calificado de codicia, avaricia y egoismo, caracterisca esencial del "mercado".

Colateralmente, se trata de concatenar la libertad del mercado con la libertad política, lo que es en si mismo una falacia. Un mercado regulado y controlado por el Estado no atenta contra la libertad política. Las funciones del Estado están firmemente establecidas en nuestra Constitución, que es la Norma Jurídica de mayor jerarquía y en su cumplimiento se garantiza un Estado de Derecho. La libertad es el fruto del respeto a la Constitución y que el Estado cumpla con lo prescripto por la misma. Los Argentinos solemos incurrir en el error de considerar que el Estado es el Poder Ejecutivo. El Estado está conformado por los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial y por todos los organismos, dependientes o autárquicos que de él derivan. Se conforma así la organización política de la Nación, base de la defensa de todos los derechos y obligaciones de los individuos que conforman la Sociedad. Un Estado justo es aquel que hace respetar esos derechos y cumplir las obligaciones partiendo del principio de equidad en sus decisiones y utilizando su poder dentro del marco de las Leyes, conformando así un Estado de Derecho.

Argentinos, basta de ser "Pro" o "Anti", diseñemos una Sociedad con intereses comunes que tiendan a la equidad social y a la solidaridad humana, para nosostros, para nuestros hijos y para todos los hombres y mujeres del mundo que quieran habitar en nuestro suelo.

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